Este capítulo es, sin duda, el más especial para mí. Todos los son a su manera porque forman parte de mi mundo interior pero el cine fue mi primer amor. Y cuando digo primer amor lo hago con todo lo que conlleva, flechazo, embelesamiento, pasión, celos, anhelo de exclusividad, ternura, deseo, sueños, insomnio, dolor…un sinfín de sentimientos que me siguen, aún hoy en día, removiendo por dentro.
Si hablo de las sensaciones (más que eso, certezas) que una sola imagen de celuloide me ha llegado a hacer sentir en mi infancia seguro que podría parecer extraño a más de uno. Estoy unida al cine desde lo más profundo de mi ser y eso es algo difícil de explicar. Más tarde llegaría el teatro para repartirse mi corazón entre los dos, pero eso es otro capítulo.
Me crié viendo cine clásico. Esto deja una huella indeleble, no sólo desde el punto de vista cinematográfico sino artístico a todos los niveles. Los actores de entonces son para mí parte de mi familia.
Desde que tengo memoria mi corazón ha bebido de películas que van desde el cine mudo en adelante. El cine de la época dorada de Hollywood como se lo conoce. Esas “películas con telarañas”, como las llamaba mi querido hermano del alma tan graciosamente, hasta que se aficionó a ellas y ya forman parte de su vida de una manera natural. Precisamente a él le debo el precioso título de este capítulo, Memorias del Azul Dorado, ya que hace algunos años en uno de nuestros intercambios cinematográficos, me contó que los franceses llaman a sus recuerdos alegres “los días azules” y el dorado lo añadió en referencia al Hollywood dorado. Así es que se le ocurrió, con toda la sensibilidad que tiene, este título y a él le dedico estas primeras palabras porque el cine es una de las miles de cosas maravillosas que compartimos con tanto amor juntos.
Siempre que alguien ha querido iniciarse en el cine clásico recomiendo las mismas cuatro películas. A saber, “Breve encuentro” (1945) de David Lean, “La noche del cazador” (1955) dirigida por el gran Charles Laughton, “La heredera” (1949) de William Wyler y “Los sobornados” (1953) de Fritz Lang. Una historia de amor, un poema cinematográfico, un magnífico drama de época y un thriller policiaco respectivamente. Podría decir muchas otras pero estas para mi son absolutamente embriagadoras para cualquiera que quiera comenzar a disfrutar del cine clásico ya que por un lado, no pertenecen a décadas anteriores que puedan extrañar más a unos ojos poco habituados y por otro, su nivel de sensibilidad y fuerza llegan a cualquier alma a poco delicada que sea.
Hablaré, a mi manera, de cada una de ellas más en profundidad en las próximas páginas.
Quiero decir ante todo que no me considero experta en ningún tema y que me mueve la necesidad de expresar y de compartir desde la honestidad y el corazón. Y por supuesto, seguir aprendiendo, que de eso se trata, digo yo.
Para terminar, aunque más bien es para empezar, no tengo más remedio que recordar a Aute (artista fascinante donde los haya):
Cine, cine, cine, más cine por favor. Que toda la vida es cine, que toda la vida es cine y los sueños cine soooooon…
¡Pues eso!.
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This chapter is without doubt the most special to me. All are in their own way because they are part of my inner world but the film was my first love. And when I say first love what I do with all that entails, crush, rapture, passion, jealousy, desire for exclusivity, tenderness, desire, dreams, insomnia, pain … a myriad of feelings that follow me, even today, removing by inside.
If I talk about feelings (more than that, certainty) that a single image of celluloid has come to make me feel secure in my childhood it might seem odd to more than one. I am attached to the film from the depths of my being and that is something difficult to explain. Later would come the theater to divide my heart between the two, but that’s another chapter.
I grew up watching classic movies. This leaves an indelible mark, not only from the point of view artistic film but at all levels. Then actors are for me part of my family.
Since I can remember my heart has drunk from movies ranging from silent film onwards. The cinema of the golden age of Hollywood as we know. These » movies with cobwebs » , as my dear brother called soul so graciously, until it took to them and are already part of their lives in a natural way. Precisely I owe him the precious title of this chapter, Memories Azul Dorado, since some years ago in one of our film exchanges, he told me that the French call their happy memories » blue days » and dorado added Hollywood reference to gold. So he came up with all the sensitivity you have, this title and he would dedicate these first words because cinema is one of the thousands of wonderful things with so much love that we share together.
Whenever someone wanted to start in the classic film recommend the same four films. Namely, » Brief Encounter » ( 1945) David Lean’s » Night of the Hunter » ( 1955) directed by the great Charles Laughton, » The Heiress » ( 1949) by William Wyler and » The Big Heat » ( 1953) Fritz Lang. A love story, a cinematic poem, a grand period drama and a police thriller respectively. I could say many others but these for me are absolutely intoxicating to anyone who wants to start enjoying the classic movie because on one hand, do not belong to previous decades that may surprise more eyes unaccustomed and secondly, their level of sensitivity and force any soul to reach indelicate it.
I will speak in my own way, each of them further in the following pages.
I mean first of all do not consider myself an expert in any subject and moves me the need to express and to share with honesty and heart. And of course, keep learning, that is it, I say.
To finish, but rather it is to start, I have no choice but to remind Aute (fascinating artist where applicable):
Cinema, movie theater, more movie please. That all life is cinema that life is theater and cinema soooooon dreams …
Well that !.
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